lunes, 17 de mayo de 2010

Cuanto permita el sol...



Voy a tomar mi mochila mas liviana y voy a empacar calcetines, porque no tolero el frió y no se cual es mi rumbo, el ártico no estaría mal, me voy a empeñar en no encontrar finales, calles vacías y mucho menos ciegas, voy a ir sin correr, voy a respirar y a reencontrar ese espacio mio que se crece como el mismo planeta, me robare en fotografías millones de segundos, de miradas, de sonrisas, mientras sigo adelante entre barcos, carrozas, navidades y veranos, voy a retomar mis ganas y regresare a la vulnerabilidad que me causan las tierras que no son mías, compondre poemas con el hilo de cabellos que recoja de cada uno de esos amores que vaya abandonando a mi paso y entregare la medida justa para que me recuerden con el deseo de volverme a vivir, me mudare de sitio cada que sea necesario y no pensare que cada día me va de mal en peor, sino que ningún día llega a ser tan bueno como el que vendrá mañana.
No voy a formularme preguntas, mucho menos pensar en como pagar las cuentas, podría ser mesero o escritor de floristeria, no usare ropa de marca, mas bien usare la mas cómoda, retomare el buen habito de desearle buen día a la gente que se cruce conmigo y de contarle a todo mundo como es la hermosa madre que me ha tocado, me iré con las ganas de volver, pero de volver conmigo, no voy a dejar mi esencia, lo que aprenda ni lo que me guste, rotare en silencio cada mala y buena idea que se me ocurra y preparare un coctel especial para así vivir la vida en ensayo y error, porque la puesta en escena implica un final y definitivamente hay muchos días por delante como para pensar en el final.
Traduciré en verso el brillo de las estrellas y tomare nota del nuevo desconocido que conozca en las noches de luna, le preguntare de su vida, de sus suerte, si encontró su destino o si ha podido ver la felicidad, voy a anotar los nombres propios mas bonitos que escuche en mi recorrido, así podre bautizar a mis hijos algún día, comprare objetos extraños y los desarmare para intentar rehacerlos y sino para simplemente ver en un objeto mínimo, lo que a un planeta entero le sucede a diario.
Y el día que me canse de ser feliz se lo haré saber a Dios así me regresa a mi tierra pero ahora si con la mochila llena de canciones de trovadores, recuerdos de paisajes lejanos y atardeceres floridos, volveré a casa a retomar lo mio, lo que fue libre pero que en realidad nunca abandone...

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